Asma juvenil 

Te explicamos con una terminología sencilla los pasos del reconocimiento del asma, la investigación diagnóstica y los métodos de tratamiento. 

Formación sobre el asma y los adolescentes 

En un mundo devastado por el coronavirus, poco se habla del asma juvenil, a pesar de que cada año se registran un número significativo de muertes, prácticamente 2 cada tres días, por esta enfermedad.  

Los hospitales y el sistema sanitario están actualmente muy centrados en la pandemia, y es precisamente en este momento cuando es más necesario mantener la guardia en enfermedades como el asma. Es necesario elevar el nivel de información, de prevención, de diagnóstico precoz y mantener una alta calidad de atención a esta grave enfermedad.  

Tenemos que concienciar a los jóvenes sobre el asma y cómo protegerse del coronavirus.  

Para ello vamos a explicar en una terminología fácil de entender los pasos que hay que dar para reconocer el asma y cómo tratarla.  

 El asma influye en gran medida en la emocionalidad del paciente, lo que exige un autocontrol y un comportamiento adecuado para reducir el riesgo de crisis respiratorias que pueden ser mortales.   

Sintomatología 

Los síntomas más comunes del asma bronquial son:  

  • dificultad para respirar 
  • disnea (respiración alterada en ritmo o frecuencia, que se produce con dificultad o angustia) 
  • sibilancias 
  • toser 
  • una sensación de constricción en el pecho. 
  • Estos síntomas pueden variar en intensidad y frecuencia, pueden darse varios síntomas juntos o sólo uno. 

Con las terapias preventivas adecuadas, algunos pacientes son capaces de controlar bien las crisis de asma, y cuando se producen suelen ser leves. Sin embargo, para otros, las terapias de control no son suficientes y, en caso de ataques de asma graves, deben buscar un tratamiento médico adecuado.  

El asma es una enfermedad respiratoria común que afecta a entre el 1 y el 18% de la población en diferentes países y a más de 300 millones de personas en todo el mundo.  

Los síntomas del asma pueden variar, y se caracterizan por sibilancias, dificultad para respirar (falta de aire), opresión en el pecho y tos; al mismo tiempo, puede haber una limitación variable del flujo en la fase espiratoria de la respiración. Tanto los síntomas como la limitación del flujo de aire suelen variar en tiempo e intensidad. Estas variaciones suelen estar causadas por factores como el ejercicio, la exposición a alérgenos o irritantes, el cambio climático o las infecciones virales de las vías respiratorias.  

Los síntomas y la limitación del flujo de aire pueden resolverse de forma espontánea o con ayuda de la medicación, pueden producirse de forma intermitente o persistente, o a veces pueden no producirse en absoluto durante semanas o meses.  

El asma se asocia generalmente con:  

  • Hiperreactividad de las vías respiratorias a los estímulos directos o indirectos, es decir, tendencia del bronquio a responder a los estímulos contrayéndose (broncoespasmo);  
  • inflamación crónica de las vías respiratorias;  
  • estas características suelen persistir incluso cuando no hay síntomas o la función pulmonar es normal, pero pueden normalizarse con el tratamiento. 

El asma es una enfermedad con varios mecanismos que la determinan y la causan. Basándose en las diferentes características de cada paciente, es posible identificar subgrupos denominados «fenotipos de asma».  

Entre los más comunes están:  

– Asma alérgica: es la más fácil de identificar y la más común; suele comenzar en la infancia y está asociada a antecedentes personales y familiares de enfermedades alérgicas;  

– Asma no alérgica;  

– Asma de inicio tardío: se trata de pacientes adultos, principalmente mujeres, en los que el asma aparece por primera vez en la edad adulta y que generalmente no son alérgicos;  

– Asma asociada a la obesidad.  

El diagnóstico  

El diagnóstico del asma se basa en la identificación tanto de los síntomas característicos, como las sibilancias, la disnea, la opresión torácica o la tos, como de la variabilidad de la limitación del flujo aéreo espiratorio. Por lo tanto, para investigar esto último, es esencial realizar pruebas de la función respiratoria (espirometría) lo antes posible, incluso en el momento de la primera sospecha antes de aplicar un régimen de tratamiento, ya que los rasgos característicos de la enfermedad pueden mejorar espontáneamente o con la terapia; en consecuencia, a menudo es más difícil confirmar el diagnóstico de asma una vez que se ha emprendido un tratamiento de control a largo plazo.  

El rasgo característico del flujo aéreo espiratorio en el paciente asmático es que varía con el tiempo y en mayor medida que en la población normal. En el asma, la función respiratoria puede variar desde la normalidad completa hasta la obstrucción grave en el mismo paciente en diferentes momentos. 

Asma: terapia  

El tratamiento del asma se basa principalmente en el uso de fármacos inhalados, cuyo objetivo es reducir la inflamación bronquial y mantener las vías respiratorias despejadas, normalizando la dinámica del flujo de aire dentro de los bronquios. La dosis y el tipo de fármaco que debe tomar el paciente dependen de la gravedad del cuadro clínico y pueden modularse aumentando o disminuyendo (step-up o step-down) según la respuesta clínica de cada paciente. En cualquier caso, al tratarse de una enfermedad sostenida por la inflamación crónica de los bronquios, la terapia deberá mantenerse durante largos periodos y, en algunos pacientes, de por vida.  

El objetivo del tratamiento del asma es reducir los síntomas, prevenir las crisis y minimizar el riesgo a largo plazo de los efectos secundarios de la medicación.  

La importancia del control  

Para cada paciente, la evaluación del asma debe incluir la evaluación del control del asma (tanto de los síntomas como del riesgo futuro de desarrollo adverso), las cuestiones relacionadas con la terapia y, en particular, la técnica de inhalación y la adherencia a la terapia prescrita, y cualquier otra enfermedad asociada que pueda contribuir a la carga de los síntomas y a la mala calidad de vida.  

El nivel de control del asma se establece en función de la gravedad y la frecuencia de los síntomas del asma observados por el paciente durante un periodo de tiempo determinado y que pueden haberse reducido o eliminado con el tratamiento. También es muy importante evaluar el impacto de los síntomas en la calidad de vida del paciente y si están limitando todas las actividades diarias y la calidad del sueño.  

Por lo tanto, el control del asma abarca dos áreas muy importantes: 

  • el control de los síntomas 
  • el riesgo futuro de evolución desfavorable: este riesgo es evaluado por el paciente.